A lo largo del desarrollo infantil se dan una serie de etapas que nos demuestran que el cerebro de nuestro pequeño se desarrolla de manera adecuada. Dentro de esas etapas, hay una especialmente preocupante para los padres por no saber cómo actuar ante ella o cómo poder evitar que no vaya a más. Hablamos de la etapa en la que los niños descubren la mentira y sus beneficios.
Si tu hijo empieza a mentir, no debes preocuparte ni pensar que has hecho algo mal en su educación. La conducta de mentir nos indica que su desarrollo está siendo adecuado puesto que es capaz de distinguir lo que está bien de lo que está mal, de prever consecuencias y de planificar su conducta para modificar esas consecuencias.
Mentir es una conducta que se da en todos nosotros con mayor o menor frecuencia. Mentimos para evitar una consecuencia desagradable, por miedo o por conseguir nuestras metas. La diferencia entre un niño y un adulto reside en que el primero saber diferenciar entre mentiras piadosas que no acarrearán graves consecuencias a largo plazo y un niño no, solo puede prever las consecuencias inmediatas. Por eso, es importante que eduquemos a nuestros hijos dentro de un círculo de confianza y aceptación para prevenir estos engaños.
¿Qué hacer ante una mentira?
Cuando los niños son muy pequeños, menores de 4 años, su fantasía y creatividad está en su máximo esplendor: imaginan cualidades humanas a sus juguetes, hablan con ellos y estos les contestan, fantasean con mágicos lugares y escenarios, inventan canciones y bailes, etc. En su cabeza se mezclan realidad e imaginación. En esta etapa los niños pueden mentir como parte de un juego, sin intencionalidad de hacerlo para tener consecuencias positivas. Cuando un adulto se de cuenta de su mentira no debe reforzarla riéndose o siguiéndole el argumento. Si forma parte de un juego, lo adecuado es seguir con el juego, pero si sospechamos que esa mentira esta fuera de un juego y la hace para conseguir de nosotros una acción concreta hay que explicarle que no es bueno decir cosas que no son para hacer que los demás hagan lo que ellos quieren. No es efectivo un castigo ni un sermón, puesto que en estos años las mentiras no se hacen para evitar una consecuencia negativa.
A partir de los 4 años estas mentiras empiezan a realizarse con la intención de evitar un castigo o una regañina. Han aprendido que al decir una mentira pueden obtener consecuencias positivas para ellos mismos. Si descubres una mentira a tu hijo, lo adecuado es que hables lo antes posible en privado con él, nunca delante de otras personas para que no se sientan ridiculizados. Decirle con tranquilidad que crees que lo que te está diciendo no es verdad y que prefieres que te diga qué ha ocurrido porque lo más importante es la confianza, mucho más que no recibir un castigo. Si en ese momento dice la verdad, hay que reforzar con una muestra de cariño su esfuerzo y decirle que estás muy contento de que haya dicho la verdad, pero que como ha hecho algo mal hay que intentar poner remedio entre los dos. Por ejemplo, si no ha recogido sus juguetes y te ha mentido diciendo que sí, un vez ha confesado la verdad decirle «entiendo que me hayas mentido para que no te castigase, pero esa no es la solución, porque los juguetes siguen sin estar recogidos… ¿Qué crees que podemos hacer para que estén los juguetes en su sitio?». Pensar en la solución más que en el problema. Esa es la clave.
Si continuase con la mentira, tiene que notar que eso os disgusta y que si finalmente descubres la verdad, te enfadarás mucho y tendrás que castigarle. Normalmente, los niños no quieren ver enfadados a sus padres y en este punto dicen la verdad: «Creo que sigues diciéndome una mentira y que los juguetes realmente no están recogidos. Si voy a la habitación y veo que los juguetes están en el suelo, me enfadaré mucho porque no me has dicho la verdad, entonces tendrás que recogerlos y además te castigaré sin usarlos mañana durante 1 hora…. Ahora dime ¿Están recogidos?»
Lo importante es no reforzar las mentiras por muy imaginativas y graciosas que nos parezcan. Una simple mueca de risa o una mirada de ternura entre los padres ante una mentira, es percibida por ellos e interpretarán que lo que han hecho es algo aceptable y bueno, por lo que lo repetirán.
Deben entender que la mentira no es una opción y hacerles ver las consecuencias negativas de una manera práctica, evitando sermones incomprensibles para ellos.
Es muy importante también dar ejemplo siendo sus modelos de actuación y que no nos descubran mintiendo o haciendo falsas promesas, pues entenderán que la mentira forma parte de la actuación normal de cada día.
Espero que estas sencillas pautas os puedan servir de ayuda y guía para poder enfrentarse ante las primeras mentiras de los más pequeños de la casa. Cualquier duda que tengáis podéis expresarla en el apartado «Comentarios» y será respondida en la mayor brevedad posible.
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